miércoles, 4 de junio de 2014

k i o s k o

Una mujer.. una historia que duró 70 años y quién sabe cuántos años más durará, probablemente abuela.

Me pregunto qué comprará cuando entre al quiosco. Eso creo, que va a entrar. Se le nota, tiene la intención y el monedero. La intención en la mirada y el monedero en la mano.
"Qué charlatán este señor, voy a hablar yo y empezar con la perorata de abuela así se cansa él primero y decide irse a cortar vidrios" eso pensé que pensaba la abuela mientras vi la intención de irse en los ojos del "señor". Digo señor entre comillas porque, lo conocía y no lo consideraba tan grande como para llamarlo así, más que un señor era un jóven que trabajaba en la vidriería de acá a a la vuelta.

Ahora sí, se están saludando,  veamos si entra al kiosco. Y si entra, qué comprará? Eso es lo que más me intriga. Y es tanta ya que empiezo a querer que Juan se retrase todavía más, así logro sacarme la duda.
No me intriga por estar aburrido, simplemente creo que es interesante ver qué compran las abuelas en un quiosko, por lo gral nunca es algo para ellas, siempre es algo para sus nietos, o sus hijos, o sus sobrinos, o suegros, o hasta a lo mejor, para la chica que le ayuda con las cosas de la casa, la "queli".
Porque en definitiva, pareciera como si las abuelas vivieran en un dar constante, como si su vida dependiera de los demás. Y ahora que lo pienso, mientras me armo un cigarro, debe ser por eso que me llaman tanto la atención. Y hasta creo que no es sólo un parecer, sino que es así, pero no quiero irme por las ramas.

A lo lejos veo a Juan que se acerca, diría que llegó en un momento inoportuno, pero no encontraba mi encendedor, por lo que no podía fumar, así que se antes de que llegue a mí yo ya estaba gritándole desde donde estaba sentado "¡Qué oportuno, no encontraba mi fuego, girámelo!".
"¿Hola no? Qué forro, dejá de fumar, parece que te interesa más eso que encontrarte con tu amigo deprimido por una mina".
"Bue che, tampoco para tanto, estoy acá o no estoy acá haciéndote la segunda?" Se lo dije mientras nos dábamos uno de esos abrazos con golpecitos en la espalda.
"Bueno, dale, arranquemos que ya es tarde."
Y así, empezamos a caminar, y caminar, y caminar mientras me contaba lo que había hecho durante el día antes de encontrarnos. Y en el momento en que me preguntó "¿Y vos, qué hiciste?", frené mi andar de una manera un poco brusca y exagerada que hizo asustar a Juan porque "pensé que te habías olvidado de algo importante".
No, creo yo no era tan importante, simplemente me quedará la duda de qué compró la abuela en el kiosko.

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"Gracias por su compra, Señora" 
Marta le sonrió y mientras caminaba hacia la puerta del quiosko para salir y seguir su paso hacia "COTO" y hacer las compras de la semana, sacó de su bolsillo un caramelo de los 10 que se compró, lo abrió, se lo metió en la boca y pensó "si mi hijita se entera que me compro estos caramelos, no me va a llevar más al dentista. Pero es que me gustan tanto"...



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